¿Quién manda en la Moncloa?

Ésta es la típica pregunta, casi rutinaria en muchas oocasiones, pero que no siempre es de respuesta fácil. Y es que, aunque la respuesta parece clara, realmente no lo es tanto.
Es cierto que en La Moncloa manda el presidente, pero se hace evidente también la gran influencia que ejerce en el su esposa, Sonsoles.
Esta señorita, lo conoció en la Facultad de derecho (por lo visto ZP tiene estudios) en 1981 y desde 2004 forma parte del coro de RTVE, contrato que produjo una importante polémica y que llevó a la directora general del ente, Carmen Caffarell, al Congreso para responder sobre el asunto. Es muy celosa de su vida privada. Sus dos hijas viven muy lejos de las cámaras, han sido perfectamente aisladas de este mundo que lógicamente rodea a un presidente del gobierno, cosa que a mi parecer es muy de admirar.
Ese celo extremo por la intimidad, que en el caso de sus hijas es totalmente comprensible, en otras ocasiones se ha convertido en un verdadero problema para el propio ZP. Y ese problema ha surgido por la mezcla equivocada del respeto a la vida privada con la idea - evidente - de que cuando uno es presidente del gobierno no puede tener una vida normal de ciudadano corriente. Hay planes, caprichos (como fletar un je oficial para ir de rebajas a Harrots) ideas de fin de semana que un presidente y su familia no pueden hacer por una cuestión de estética política, de austeridad real u de respeto a los ciudadanos.
En este sentido son varias las historias que clarifican esa capacidad de mando de Sonsoles sobre ZP y que mezclan lo privado con lo público. Es conocido que el actual presidente del Gobierno procura dormir siempre que puede en casa, y para ello, al concluir actos oficiales o de partido y aunque esté lejos de Madrid, regresa al palacio de La Moncloa para pernoctar. Esta costumbre, exigencia de su mujer, ha provocado más de de una vez problemas y enfados diplomáticos. Por ejemplo en las visitas oficiales de ZP a Rúsia y china en 2005, los gobiernos respectivos se quejaron por la agenda tan escuálida que había elaborado La Moncloa para dos visitas de tal envergadura. El presidente ha viajado muy poco por Iberoamérica y siempre lo ha hecho en versión reducida. Tampoco ha pisado Oriente Medio. En definitiva, uno puede ser muy celoso de su vida privada, pero en todo caso ha sido elegido como presidente del Gobierno por los españoles para cuatro años y durante ese tiempo la prioridad son los intereses de España, aunque eso signifique dedicar menos tiempo a la vida familiar.
En esta misma línia, la afición al buceo de Sonsoles ha sido uno de los quebraderos de cabeza de La Moncloa durante la legislatura. Son ya varias las polémicas surgidas por este gusto, que sin duda es legítimo, pero que quizá mientras se reside en Moncloa no es el momento para alimentarlo. Primero se produjo la denuncia de varios guardias civiles en noviembre de 2004, por haber sido desalojados de una piscina cubierta en la Academia de Valdemoro para que la señorita pudiera recibir las clases correspondientes, o como no, la compra por parte de la Moncloa de un calentador tamaño industrial para calentar las aguas de la piscina de Moncloa porque en invierno hacía demasiado frío, y por último la denuncia realizada en 2006 en Lanzarote, donde la única patrullera de la Guardia Civilde la isla se dedicaba a la vigilancia de las clases de Sonsoles mientras los cayucos llegaban por oleadas en las costas canarias.
Es verdad que tanta clase de buceo tiene una explicación técnica, y es que los aficionados de este deporte, tienen que hacer una serie de ejercicios conocidos como "pulmón" para acostumbrarse a las profundidades. Esa afición la mantiene hoy en dia la Srta. en una piscina privada de un hotel madrileño (un comportamiento que nada tiene de nuevo rico)
La pregunta es sencilla: ¿Debe la mujer del presidente utilizar este despliegue aparentemente obligatorio? ¿No sería mas correcto que durante durase el mandato, y por lo tanto el hospedaje en La Moncloa, las aficiones tan aparatosas pasaran a la espera? La respuesta es abierta obviamente.
De la misma forma no es fácil de explicar el gusto que Sonsoles ha adquirido por veranear en palacios, como el de La Mareta de Lanzarote, o acudir en avión oficial junto a toda su familia a Londres para comprar en rebajas, como comentaba anteriormente.
Una prueba más de la normalidad de esta familia ha sido el viaje de ZP a Berlín en avión oficial para escuchar cantar a su mujer.

Cuando se pierde el norte, se pierde para todo y cuando se mezcla lo privado con lo público, ya no se distingue dónde está la frontera para que el presidente y su familia utilizen dinero público en diversiones privadas. Que es, lo que tantas veces se le achaca a la Familia Real.
Y es que volvemos a lo de antes. Cuando uno vive en la Moncloa, lo hace por un periodo corto de tiempo (8 años a lo sumo) ya que el cargo, por suerte, no es vitalicio y por lo tanto, mientras dure, el jefe del Ejecutivo y su família deben emular a la mujer del César (no solo debe ser honrada sino además parecerlo) y desde luego Sonsoles no lo parece, al no ofrecer muestyras de esa austeridad anunciada a bombo y platillo y cada dos por tres, cuando su fondo de armario solo conoce el nombre de Elena Benarroch. Esta modista y empresria se ha eregido en la gran consejera de la imagen de la esposa del presidente, y desde luego no deja ni a sol ni a sombra.
Como hemos visto, la Srta.Sonsoles manda en la agenda del presidente, manda en sus vacaciones, cultiva sus aficiones no siempre discretas mezclando lo público con lo privado que es lo que apriori tanto detesta y evidentemente, manda también en la Moncloa. Fruto de esto queda el lavado de cara que hizo la Srta. en palacio que consistió en un montón de reformas innecesarias (a la vista queda que la Moncloa no tiene goteras) nada más llegar en 2004.

Por si aún alguien se lo pregunta, a mi juicio creo que la respuesta es clara: ¿Quién manda en La Moncloa?: La Srta.Sonso.

Espero que os guste,

Pd: Seguro que he cometido alguna falta que otra, disculpenme, Gracias.